El error: una valiosa herramienta para el aprendizaje
En el ámbito pedagógico, el error ha sido generalmente considerado de manera negativa, siendo asimilado al concepto de “falta”, la cual siempre se achacaba al alumno, por no haber trabajado o estudiado lo suficiente, por no esforzarse, por no prestar atención… En este contexto, el error debía ponerse de relieve y ser sancionado con el fin de conseguir su desaparición. Sin embargo, el estatus del error ha cambiado de manera profunda en los últimos años, puesto que ha perdido buena parte de su connotación negativa y nos sirve, ante todo, para descubrir las dificultades de los alumnos. Un error bien analizado por el docente y por el alumno adquiere un carácter formador, de ahí que su tratamiento deba darse en un clima de confianza entre el maestro y el alumno (Cassany, 1993).
El análisis del error es de gran interés para el profesor porque este no suele surgir del azar, sino que está inducido por cierta lógica que merece un análisis más detenido y profundo. El alumno que comete un error nos está informando sobre aspectos de su proceso de aprendizaje –por ejemplo, una incorrecta o problemática asimilación de contenidos en cursos anteriores, e incluso trastornos asociados al déficit de atención y la hiperactividad–, y el docente debe saber interpretarlos para tratarlos de la manera más adecuada.
El error constituye así un indicador para el profesor, ya que a partir de esta información descubre cuáles son los conocimientos de sus alumnos, sus necesidades y dificultades, a la vez que le permite realizar una crítica sobre su propia actividad formativa. Se construyen así las bases de una pedagogía diferencial que se adecúe a las necesidades particulares de cada alumno. Como señala Meireieu (1997), tomar en consideración el error sería la manera más eficaz para combatir el fracaso.
El error debe ser analizado por el alumno con la ayuda del profesor y del resto de la clase. Este análisis permite al estudiante comprender el origen de su error y le ayuda a remediarlo. A través de diferentes procedimientos de corrección de errores, tales como la autocorrección o la corrección colectiva, el profesor puede ayudar al alumno a gestionar su aprendizaje individual y regular su propia acción pedagógica. El acto de corregir errores se convierte de este modo en una práctica formadora de gran utilidad para los docentes.
Bajo esta perspectiva, es necesario continuar con la revisión del estatus del error y su función en el aprendizaje y reivindicarlo como un instrumento de formación. De esta manera, estaremos poniendo en práctica una auténtica pedagogía de los errores que haga de cada uno de ellos una valiosa ocasión de aprendizaje para nuestros alumnos.
Autora
Lucía Muñoz
Lucía Muñoz es profesora de Lengua y Francés, desde 2015, en el colegio Nuevo Velázquez. Es, además, tutora de un grupo de la ESO.
Me parece un acierto el artículo de la profesora Muñoz sobre el error y su utilización en el proceso de aprendizaje. Hoy día mantenemos a la juventud demasiado alejada del error y de la frustración y creo que se deben incorporar a la vida del ser humano puesto que son inherentes a ella. Enhorabuena por el artículo.
Así es, Sole. El error debe asumirse con mucha más naturalidad y utilizarlo como un instrumento enriquecedor del proceso de enseñanza-aprendizaje. ¡Muchas gracias por no faltar a tu cita con «El blog del Nuevo Velázquez»!
Totalmente de acuerdo con el artículo de la compañera. Hoy en día los errores se penalizan con exceso y no se asimilan fácilmente. Muchas veces nos encontramos en el aula con alumnos que omiten contestar por el miedo a equivocarse, les apodera un pánico escénico, pero no se dan cuenta que es ahí, en el error, cuando aprenden. La clave está en relativizar y aceptar.
Relativizar el error, perderle el miedo y saber sacar partido de él: así es, Nacho. ¡Un fuerte abrazo!
Un gran artículo de Lucía Muñoz, cuanto debemos aprender padres y educadores ,que el error sirve para seguir adelante, para descubrir para enseñar y no para ser señalados y sancionados.Gracias por recordárnoslo
Así es, María Isabel. ¡Muchas gracias por tu comentario y un abrazo muy grande!
Interesante artículo y como dice María Isabel, gracias por recordárnoslo y poner por escrito esta visión tan acertada. GRACIAS
¡Muchas gracias por seguir tan de cerca «El blog del Nuevo Velázquez»! Un fuerte abrazo.
El dicho de «los errores se aprende» viene que ni pintado a este artículo. Lucía Muñoz lo analiza aplicándolo a la docencia. Cuándo un alumno hace un examen y contesta mal no habría que limitarse a poner un cero en la respuesta. Como bien indica Lucía, hay que analizar en qué se ha equivocado y porqué, puesto que los motivos pueden ser diversos. Desde que no ha estudiado lo suficiente, a que no entiende el contenido o lo ha entendido de manera errónea o inexacta. El arte de enseñar es de los más complicados que existen por la gran diversidad de tipos de personas que hay. Lo que para uno sirve, para otra persona no.
Enhorabuena Lucía por tu artículo, demuestra la sensibilidad que tenéis con la gran diversidad de alumnado que hay en el centro.
Muchas gracias por tu comentario, Ana. En efecto, cuando se determina que algo es erróneo, lo más importante es determinar las causas de dicho error. Es así como los errores se convierten en aliados en los procesos de enseñanza-aprendizaje y no en meros generadores de frustración y desmotivación.
¡Estupendo artículo Lucía!
Y qué suerte poder equivocarse en un entorno adecuado, donde cada error no sirva para hundir tu estima sino que sea una herramienta más para aprender…
Cada error no es sino la señal de que lo intentamos.
¡Gracias por el comentario, Susana! Das en el clavo con otra de las claves: la importancia del entorno. Un fuerte abrazo.
Acertadísimo enfoque del error. Totalmente de acuerdo en que la pedagogía que excluye el error se pierde una fuente muy valiosa de información sobre las necesidades de aprendizaje del alumno. Muchas gracias por compartir esta perspectiva, Lucía.
Gracias a ti, Leticia, por la reflexión y por el apoyo. En efecto, el artículo es muy interesante. ¡Un abrazo!
Coincido con todas estas opiniones publicadas. Un artículo muy interesante. En horabuena y gracias.-
¡Muchas gracias, Rafael! Nos alegra que te haya gustado el estupendo artículo de Lucía. Un fuerte abrazo.
¡Qué texto tan interesante! Y qué bien que en el Nuevo Velázquez todos los profesores penséis como Lucía. Considerar el error como un camino para asimilar, aprender mejor y madurar, en lugar de considerarlo como un fracaso, es una idea de lo más positiva, que ayudará a nuestros hijos a ganar confianza y a perder el miedo a equivocarse y a preguntar en clase.
En realidad, el error forma parte de nuestra existencia, por lo que no deberíamos considerarlo algo negativo per sé. De hecho, todas las personas evolucionamos a base de «errar», y desde muy pequeñitos: para aprender a andar, primero tenemos que caernos mil veces; para aprender a hablar bien, antes tenemos que pasar por la «lengua de trapo»; para aprender a relacionarnos correctamente, tenemos que empujar y soportar que nos empujen unas cuantas decenas de veces… Nuestra realidad es así… llena de errores, o mejor dicho, de oportunidades. Me ha encantado el artículo, de verdad, enhorabuena. Un abrazo
Muchas gracias por tu comentario, Silvia. Tu reflexión es estupenda: muchas veces olvidamos que es mucho más frecuente y habitual errar que acertar, y que no pasa nada porque así sea. ¡¡Un fuerte abrazo!!
Buen artículo Lucía, muy interesante el tema error
Muchas gracias por tu comentario, Rubén. Un fuerte abrazo.