El blog del Nuevo Velázquez

El asalto a la atención

Ene 29, 2024 | 9 Comentarios

El asalto a la atención

Cruenta es la batalla que las grandes tecnológicas libran por nuestra atención, que de un tiempo a esta parte se ha convertido en un bien escaso. Todo indica que el smartphone mengua notablemente nuestra capacidad de concentración y fomenta actitudes adictivas. También, que condiciona la socialización de los adolescentes, afectando a su autoestima y perjudicando su salud mental. Seguir soslayando el problema, que en absoluto es menor, no hará que desaparezca.

Vivimos bajo el signo de Menalco. Así se llamaba el personaje más especial del único libro de La Bruyére, Los caracteres, obra cimera del siglo XVII. Menalco marchaba por la vida como un sonámbulo, enredado en una distracción tras otra: si empezaba a contar una historia, al poco perdía el hilo; si iba a hacer un recado, se le iba el santo al cielo. Permanentemente distraído, se pasaba la vida en una embobada duermevela. Aunque todo atrajera su mirada, nada conseguía retenerla.

Basta bajar a la calle para ver un escuadrón de menalcos con la mirada perdida en el fulgor de la pantalla. Según las estadísticas, cada día nos pasamos tres horas mirando el teléfono y lo revisamos unas dos mil veces. Merced al incesante chaparrón de notificaciones e interrupciones constantes que nos avenimos a tolerar, hasta las series de veinte minutos se nos hacen largas. Se cumple así el dictum pronunciado por Herbert Simon en la década de los setenta: cuanto más aumenta la información, más mengua la atención.

El menalquismo es uno de los rasgos de nuestro tiempo y en Silicon Valley tienen mucha culpa de ello. El «sistema de recompensa variable» que engancha al postmillenial a las redes sociales es, en esencia, el mismo que engancha al boomer a la máquina tragaperras. Tanto la adicción tecnológica como la distracción constante representan serios perjuicios para el usuario, pero también un provecho para la empresa que vende y revende sus datos: gana dinero con cada minuto que pasamos mirando la pantalla y deja de ganarlo cuando no lo hacemos. De ahí que la misma app que nos permite saber a cada momento lo que hacen nuestros amigos no nos lo ponga fácil para quedar con ellos.

Tal y como han estudiado los psicólogos Jean Twenge y Jonathan Haidt, la salud mental de los más jóvenes se desplomó a inicios de la pasada década, justo cuando empezó a comercializarse el iPhone 4, primer smartphone con cámara frontal, y se fundó Instagram. Desde entonces ha aumentado la proporción de adolescentes que no se reúnen en persona con sus amigos y que afirman estar constantemente conectados, lo que indica que la socialización digital ha ido desplazando a la presencial.

Malo es que los más jóvenes se miren en el espejo curvo de las pantallitas, pues este siempre devuelve una imagen distorsionada. Por supuesto, no puede atribuirse en exclusiva al creciente uso de las redes sociales el aumento de la depresión, la ansiedad y las tendencias suicidas entre adolescentes. Pero hay una alta correlación entre el uso del smartphone y el deterioro de su salud mental. Hablamos de una tecnología adictiva que quita tiempo para dormir y que dificulta la socialización en persona, que atiza la comparación física y cuantifica la aprobación colectiva en likes, lo que afecta directamente a la autoestima, a la identidad y a los hábitos de una persona todavía en formación.

¿Cómo recuperar la atención? En El secreto de Barba Azul, la inolvidable novela de Wenceslao Fernández-Flórez, el científico Zap dedicaba todos sus esfuerzos a responder a esa pregunta, que no es tan nueva como parece. En un sesudo libro argumentaba que, cuando se atiende en clase, las cejas se elevan, la boca se abre y se forman pliegues en la frente. Por eso proponía que el gobierno hiciese obligatorio estar en clase con las cejas en alto, la boca de par en par y la frente llena de arrugas.

La broma es iluminadora por varios motivos. El problema de Menalco -que somos todos- no es su incapacidad de atender, sino su tendencia a verse atraído por todos los estímulos que se le presentan. Cuando disponemos de una ingente cantidad de información nuestra atención se vuelve tan ligera como inconstante. Por otro lado, muchas de las soluciones que habitualmente se esgrimen no son menos decepcionantes que las que el viejo Zap defendía hace un siglo. No basta con insistir a los niños para que no se distraigan, pues, como enseñan los casos de tabaquismo o de obesidad, no hay campaña de información que sea eficaz frente a una adicción.

¿No decía Simone Weil que la atención es la más pura forma de generosidad? Ni se puede atender a secas, puesto que siempre se atiende a algo, ni la atención es infinita, como tampoco lo son nuestra energía o nuestro ánimo. Atender, según el diccionario, es sinónimo de ayudar y ser educado con el prójimo. Seamos atentos con nosotros mismos y no estiremos nuestra atención hasta deformarla. La inatención es un problema que nos afecta a todos.

Autor

Jorge Freire

Jorge Freire es filósofo y escritor. Escribe en The Objetive y El Mundo, y colabora en Onda Cero. Su último libro es «La banalidad del bien».

9 Comentarios

  1. Soledad

    No puedo estar más de acuerdo con la opinión del profesor Freire. Como siempre, en sus artículos y en sus libros, se basa en sus amplios conocimientos que aplica a la perfección en este comentario sobre la inatención que debe hacernos reflexionar a todos, pues cualquier edad es “buena “ para encontrarnos, aún inconscientemente bajo el signo de Menalco.

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    • Colegio Nuevo Velázquez

      Gracias, Sole, por tu comentario y tu seguimiento de «El blog del Nuevo Velázquez». Siempre es un placer leer a Jorge Freire y contar con su colaboración en nuestro blog. Tus aportaciones son también imprescindibles. Un fuerte abrazo.

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  2. Carlos González Ciria

    ¡Gracias, querido Jorge, por seguir asomándote al blog del colegio! El artículo es estupendo. Un abrazo enorme.

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  3. Silvia

    ¡Estupendo artículo, Jorge!
    Me encanta cómo has expuesto el problema (dan ganas de tirar el móvil y el ipad por la ventana) y me espanta el problema en sí, porque no sé cómo lo vamos a solucionar. Me resulta especialmente alarmante que en la era de la comunicación nos mostremos más desconectados que nunca con el que tenemos al lado, que a más información, menos atención y que cuantas más pantallitas, menos salud mental… Nos has dejado muchos aspectos sobre los que reflexionar. A ver si entre todos encontramos una solución a este bombardeo absurdo y constante de informaciones-distracciones, porque lo que se supone que era un avance para mejorar nuestra vida, se ha convertido en todo lo contrario.
    Un abrazo

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    • Colegio Nuevo Velázquez

      Gracias por tu comentario, Silvia y por enriquecer, como sólo tú sabes hacerlo el contenido de nuestro blog. ¡Esperamos con impaciencia tu próximo artículo! ¡Un abrazo!

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  4. Susana Palomero

    ¡Espléndido artículo Jorge!
    Es cierto que dan ganas de tirar el móvil y cerrar el ordenador… ¡qué difícil lo tienen nuestros jóvenes…! Tan conectados y tan desinformados. ¡Cuánto cuesta enseñarles a ver con mirada crítica toda esa ingente cantidad de información! Y no hablemos de enseñarles a verificar de qué pueden fiarse y de qué no… Totalmente de acuerdo con Silvia, no sé cómo lo vamos a arreglar…

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    • Colegio Nuevo Velázquez

      Gracias por tu comentario y por tu aportación, Susana. Leer a Jorge Freire es siempre muy interesante. Desde el colegio Nuevo Velázquez os recomendamos de manera entusiasta sus últimos libros: «Hazte quien eres: Un código de costumbres» y «La banalidad del bien». ¡Un fuerte abrazo!

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  5. Rubén Plaza

    Excelente artículo Jorge, grande, fue bonito además a parte de leer esto, verte en el evento del décimo aniversario del Nuevo Velázquez.

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    • Colegio Nuevo Velázquez

      Muchas gracias por tu comentario, Rubén. ¡Ya ha pasado más de un año del evento del décimo aniversario! Un fuerte abrazo.

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