La ayuda que daña
Este artículo pertenece a una serie de tres textos, que se publicarán en El blog del Nuevo Velázquez los días 12 de febrero, 26 de febrero y 11 de marzo, y que reflexionan y abordan desde diversos puntos de vista el concepto de la Sobreprotección en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Cada texto constituye una opinión personal de la persona que lo escribe y pretendemos, aunque no se esté de acuerdo con todo lo que se dice, hacer reflexionar a nuestros lectores.
El asunto es delicado, quizás sea solamente cuestión de perspectiva. Lo que nos parece de Perogrullo cuando hablamos de un alumno abstracto o del sobrino del vecino, se llena de matices y de peros cuando hace referencia al hijo propio, al familiar, al chico o chica cuyas circunstancias conocemos. Es posible que acabemos justificando lo que antes era injustificable, tal vez veamos las dificultades de nuestro hijo mientras relativizamos las del hijo ajeno, quizás no sea ya tan evidente lo que antes era más claro que el agua. Y seguramente tendremos razón, como la tendrá el que lo ve de manera opuesta, pues todo es cuestión de puntos de vista.
Por ello, solemos decir, en el Nuevo Velázquez, que en la gestión que hacemos de los problemas podemos equivocarnos, podemos errar, podemos meter la pata, pero siempre vamos a tratar de ser ecuánimes, de tener en cuenta los condicionantes y las dificultades de unos y otros. Cuando en un conflicto, el árbitro es acusado por los unos de ponerse del lado de los otros y por los otros de ayudar a los unos, quizás, lo que está siendo es justo.
Poco, nada, que añadir a las magistrales exposiciones sobre la sobreprotección que han desarrollado Ángela e Inma en los artículos del blog que preceden a éste. Sencillamente nos apetecía pensar en voz alta, poner negro sobre blanco alguna reflexión que hemos hecho un sinnúmero de veces en reuniones, tomando café, en las aulas. Nada más lejos de nuestra intención que poner el dedo en ninguna llaga, que incomodar con nuestros textos, que cuestionar absolutamente nada. Expongo un par de ideas y dejamos de dar la matraca con este tema.
En la última Jornada de Sensibilización, la jefa de estudios Marisa y yo mismo, desarrollamos una ponencia en la que reflexionábamos, de manera breve, sobre diez asuntos. La primera de estas reflexiones giró en torno a la sobreprotección. Conté entonces una anécdota que tuvo lugar hace años en el colegio: un padre me dijo un día que su hija, de 15 años y en 3º de ESO, no acababa de integrarse en el colegio, que no acababa de estar cómoda. Minutos antes, había acompañado a la niña hasta su clase, había entrado con ella, la había ayudado a quitarse el abrigo y no había salido del aula hasta que su hija estaba sentada y había sacado de su mochila sus libros y cuadernos. Ese ritual lo repetía a diario. Sin salir de mi estupor, le dije que seguramente tratar a su hija de esa manera no era el mejor camino hacia su integración. El voluntarioso padre me agradeció el consejo y me tomó la palabra, pero la anécdota se me grabó a fuego para siempre como un ejemplo, inocente pero claro, de sobreprotección a una adolescente.
Giorgio Nardone desarrolla en dos de sus principales obras, “Emociones” y “Psicotrampas”, el concepto de “la ayuda que daña”. De este modo, sostiene lo siguiente: “Ayudar a nuestros hijos es nuestra responsabilidad como padres, pero cuando esta ayuda se torna desmesurada en nuestro intento de evitar que sufran o evitarnos el sufrimiento de verlos en dificultades, bloqueamos con las mejores intenciones su aprendizaje vital en la resolución de los problemas de la vida. Es lo que llamamos modelo de familia sobreprotectora, muy común en nuestros días, que puede conducir a inseguridades, pensamientos negativos, problemas de ansiedad, o rabia y frustración ante la sensación de incapacidad percibida”.
Imposible explicarlo mejor. Gracias por leer esta trilogía, para nosotros necesaria, sobre la sobreprotección.
Autor
Carlos González
Carlos González es profesor de Historia en el colegio Nuevo Velázquez de Madrid desde el año 2010. Desde 2013, además, forma parte del equipo directivo del centro y actualmente desempeña las funciones de director.
Totalmente de acuerdo en tus afirmaciones.
Muchas gracias por leer con atención «El blog del Nuevo Velázquez», ¡un abrazo!
Importante y necesaria esta reflexión sobre la sobreprotección a los hijos.
Es muy difícil que los padres pensemos que la protección que brindamos a nuestros hijos puede ser perjudicial para ellos; por eso es tan importante que haya docentes preparados y objetivos que nos ayuden a prestarles una ayuda verdaderamente útil y provechosa
Gracias por tu comentario, Pilar. Lo difícil es dar con el equilibrio correcto: proteger es algo positivo, incluso necesario, más si hablamos de adolescentes con dificultades de aprendizaje. El problema viene cuando esta protección se convierte en sobreprotección, lo cual es muy negativo. Como dice Nardone, «la ayuda que daña».
Muchas gracias por esta publicación, es muy buena. La verdad, y yo me incluyo, sobreprotegemos mucho a nuestros hijos.
Y me acuerdo mucho de una frase que me dijo mi padre hace muchos años…»no eres mejor madre por estar siempre protegiendo en exceso a tus hijos!
Muchas gracias por tu aportación, Inés. En todo caso, todos podemos caer en ocasiones en la sobreprotección y, en absoluto, eso nos convierte en malos padres o malas madres. Sólo pensábamos que reflexionar sobre esto podía ser útil para todos.
Gracias Carlos por el post. Pues no puedo estar más de acuerdo y aunque nos cueste verlo, el dedo lo has puesto en la llaga. Lo triste es cuando, al leer estas líneas y ser conscientes de que sobreprotegemos, nos hacemos el firme propósito de soltar amarras y dejarles equivocarse, lo que les permitiría aprender y madurar, pero a la mínima de cambio volvemos a chocar con la misma piedra, y ahí salimos al quite para ayudarles y evitarles caer. En fin, lejos de frustrarme, seguiré intentándolo y pensaré que esto es una carrera de fondo y que lo importante es ser consciente de ello y conseguir pequeños triunfos.
Gracias, Eva, por tu reflexión. Ojo, creemos que el acompañamiento constante es muy necesario, así como la ayuda constante a los hijos. La sobreprotección es no tratar de ver con los ojos «del otro», no fiarse de los profesionales de la educación y la psicología, no entender que el error y el fracaso forman parte del proceso de enseñanza-aprendizaje… ¡Mucho ánimo y a seguir con esos triunfos, para nada pequeños!
Buenos días, me gusta leer mucho vuestros blogs me enseña y me hace pensar mucho sobre este tema.
Sí que es cierto que cuando uno tiene una hija con la adolescencia muy acentuada, intentas estar más encima de todo lo que hace. Muchas veces no te das cuenta del daño que puedes ocasionar y no hablo Carlos del ejemplo que has puesto anteriormente ni muchísimo menos, intento respetar su espacio, por ejemplo el otro día la acompañé al colegio porque llegamos un poco tarde y en cuanto entramos me empezó a decir que no estuviese al lado de ella que le daba vergüenza, esto hace un año era completamente impensable le encantaba estar junto a mí y hacer tonterías los dos juntos pero sí que es cierto que todo esto ha cambiado y no cabe ninguna duda que prefería lo anterior.
Un saludo para todos.
Gracias por tu comentario y tu apoyo a «El blog del Nuevo Velázquez». Los chavales crecen rapidísimo y eso obliga a las familias a estar en permanente aprendizaje. ¡Un abrazo grande!
Qué importantes todas las ideas que se han expuesto en esta trilogía en torno a la sobreprotección que, en la actualidad, se ejerce sobre niños y adolescentes. Me parece esencial que el Nuevo Velázquez se esfuerce por hacer reflexionar a padres y, porqué no, también a abuelos sobre este tema. Magnífico artículo de Carlos como colofón a esta trilogía.
Gracias por tu comentario, Sole. Nos alegra ser útiles y que reivindiques la figura de los abuelos y abuelas, que tienen mucho que decir en la formación de los nietos. A su experiencia pueden unir una posición muy adecuada para influir y ayudar a los niños y adolescentes. ¡Un fuerte abrazo!
Necesaria reflexión que debemos hacer los padres. Creo que resulta complicado discernir entre lo que es sobreprotección y no para los padres, siempre aparece “el miedo” a no hacer o haber hecho lo suficiente. Por eso creo que la labor de los docentes es clave, de ahí el gran valor de la trilogía que habéis compartido y que debemos tomar como “oro” personas que tenemos adolescentes a nuestro cargo. Gracias por compartir!
Gracias por tu apoyo. La verdad es que teníamos dudas sobre la conveniencia de sacar estos artículos, no queríamos que nadie se los tomase como un ataque. Nada más lejos de nuestra intención. Un abrazo.
Buen tema, recientemente estamos unidos para darle pautas a nuestro hijo para que sea autosuficiente y las salidas de casa son más relajadas. Aunque todo no sea perfecto. Gracias
Muchas gracias por leer y comentar «El blog del Nuevo Velázquez». ¡Un fuerte abrazo!
Me ha encantado esta trilogía sobre la sobreprotección que ejercemos, en muchas ocasiones, sobre nuestros hijos.
Quería compartir con vosotros, una táctica que hace mucho tiempo aprendí para intentar no entrar en la sobreprotección. Es una frase que siempre intento decírsela a mi hijo cuando me cuenta un problema o un miedo, aunque a veces se me olvida y disparo el automático: dar yo la solución y sobreprotegerle 🙂
La frase es : «¿Qué tienes pensado hacer al respecto?» .
Esta pregunta hace que los chavales mediten sobre buscar soluciones y, aunque en la adolescencia, la primera respuesta que dan no suele ser la más adecuada…, se marchan con ese pensamiento y con la idea de buscar ellos esas soluciones.
A rato, vuelve a preguntarles que han pensado, te sorprenderán.
Sus propuestas, a veces, necesitan de ayuda para orientarlas o ejecutarlas y eso es lo que yo considero darles protección, no sobreprotección.
Ayudarles a que resuelvan sus problemas por ellos mismos, pero en segundo plano, con nuestro apoyo, cariño y comprensión y siempre marcando los límites.
Esto no nos libra de sufrir por ellos, ni de exigirles, ni de darles algún grito que otro, pero les hacemos poco a poco más responsables de resolver y solucionar sus problemas.
Gracias por abrir este estupendo debate.
Muchísimas gracias por tu interesante aportación, no podemos estar más de acuerdo con lo que planteas. El matiz entre proteger y sobreproteger queda perfectamente explicado en tu comentario. ¡Un abrazo muy grande, Paz!
¡Qué interesante todo lo expuesto en el artículo! La sobreprotección a los hijos es algo que me preocupa sobremanera desde que soy padre. Qué difícil es la tarea de educar a los hijos. Ayudarles en lo que necesiten, pero también permitir que tropiecen y acompañarles en esos momentos… Un verdadero y apasionante desafío.
¡Muchas gracias por los artículos!
¡Muchas gracias por tu reflexión y por ser un fiel lector de «El blog del Nuevo Velázquez»! ¡Un fuerte abrazo, amigo!
Hola Carlos.
¡Cuánta razón tenéis, tanto tú como Inma y Ángela! Efectivamente, saber cómo actuar con el sobrino del vecino nos resulta mucho más sencillo y evidente que saber cómo hacerlo con tu propio hijo. El lazo que nos une a padres e hijos es tan intenso que muchas veces no nos deja ver la realidad tal y como es y en un intento de ayudarles, nos pasamos y metemos la pata.
Por eso es bueno dejarnos asesorar por una «buena tribu» de expertos, a la hora de gestionar los problemas con nuestros hijos. Y por eso es tan necesario y tan útil este blog.
A ver con qué tema nos sorprendéis en el próximo post. Ya estamos deseando leerlo.
Un abrazo
¡Muchas gracias por tu fidelidad con «El blog del Nuevo Velázquez», Silvia! Es un tema delicado, la verdad, y acertar es casi imposible. Sencillamente creemos que lo que hay que intentar es fallar el menor número de veces posible. Un abrazo muy especial, hoy más que nunca.
¡Muy interesantes los tres textos relativos a la sobreprotección!, y no puedo estar más de acuerdo en todo lo que se aborda en ellos. Como profesor y padre coincido plenamente en que todo es cuestión de perspectiva, y a veces uno no es consciente de ello hasta que alguien le abre los ojos, como en la anécdota que se ha contado. Estoy seguro de que el padre no era consciente de esa sobreprotección, de que lo hacía todo con sus mejores propósitos. ¡¡ Ser un buen padre o madre no es sencillo !!
Muchas gracias por tu comentario, amigo. Desde luego, sabes de lo que hablas. ¡Pronto te leemos a ti! ¡Un fuerte abrazo!
¡Me han encantado los tres artículos! Trilogía de película y con tres autores distintos, grande Carlos, muy buen artículo
Gracias, Rubén, nos alegramos de que te hayan gustado los artículos. Tanto como de película, no sé, pero sí creemos que son interesantes y abren unas cuantas líneas de reflexión. ¡Un fuerte abrazo!